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La mujer se dispuso a acatar las instrucciones del varón de Dios, y junto con su familia se fue al país de los filisteos, y allá vivió siete años. Pasados los siete años, la mujer volvió de ese país y fue a rogarle al rey que le restituyera su casa y sus tierras. El rey estaba en ese momento hablando con Guejazí, el criado del varón de Dios, y le decía:

«Por favor, háblame de todas las maravillas que ha hecho Eliseo.»

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